martes, 21 de agosto de 2012

¡ Feliz Día... a nuestros Catequistas!


La Iglesia celebra los 21 de agosto, el día del Catequista, en conmemoración del papa Pío X quien tuvo actuación decisiva a favor de la catequesis e hizo posible entre otras cosas que los niños se acerquen a los sacramentos a edad temprana.
Los catequistas no están guiados sólo por su buena voluntad sino que tienen el mandato misionero para mostrar a todos en nombre de la Iglesia "el rostro misericordioso de un Dios que es siempre padre".
Son muchos los caminos que llevan a ser catequista y, en todos los casos, suelen surgir muchas preguntas en torno a la tarea
Sin embargo al ir entrando en el mundo de la catequesis, las preocupaciones van cambiando. Se comprende que lo más importante es transmitir con amor el mensaje de Jesús y compartir con los demás la experiencia del encuentro con Jesús.
Así, el catequista se convierte, definitivamente, en una persona que cree y sigue a Jesús viviendo la alegría de ser su testigo.
Lo escucha en la oración y en la lectura del Evangelio y lo descubre en el discernimiento comunitario y en la vida cotidiana intentando ver a las personas, las cosas, las situaciones, tal y como Jesús las vería hoy.
El catequista se reconoce en búsqueda, en camino; no se cree ni dueño de la verdad ni el "maestro" que llega para esclarecer a los demás sino un instrumento que el mismo Jesús, presente en la comunidad, envía, sostiene y da fuerza para superar las oscuridades y dificultades.
Es parte de la gran marcha de creyentes que han recorrido y aún recorren la historia. Marcha que fue iniciada por el pueblo de Israel y ha continuado en la Iglesia y, a través de ella, ha llegado hasta nosotros.
Gracias, Muchas Gracias Catequistas...

Gracias catequista, por responder a la llamada gratuita de Dios que te constituyó en educador de la fe de tus hermanos.
Gracias catequista, porque con tu alegría, disponibilidad, amor y paciencia ayudas a descubrir la presencia amorosa de Jesús.
Gracias catequista, porque con tu vida sencilla y comprometida me enseñas que el cristianismo vivido al servicio de los hermanos es fuente de felicidad.
Gracias catequista, porque a través del estudio asiduo de la Palabra y de la doctrina de la Iglesia para compartirlo con otros ayudas a su liberación, porque decía Jesús, «la verdad os hará libre».
Gracias catequista, porque lo que enseñas no es solo el fruto del estudio de grandes volúmenes de doctrina sino tu simple y bella experiencia de fe.
Gracias catequista, porque anunciaste a Jesús no solo con las palabras, sino, también con los gestos, la mirada y el silencio.
Gracias catequista, porque no respondes a las preguntas haciendo creer que sabes mucho, sino, que me ayudas a entrar en mí permitiéndome escuchar el espíritu que habla dentro de mio.
Gracias catequista, porque enseñas a percibir a Dios como Padre y a dirigirme a él como hijo.
Gracias catequista, porque al tener tanta paciencia enseñas a respetar el ritmo de los otros así como Dios hace con cada uno de nosotros.
Gracias catequista, porque haces vivir el día del catecismo como día de encuentro, de fiesta, de comunidad, de reflexión, un día diferente a los otros.
Gracias catequista, por aceptar las críticas y correcciones sin desanimarte, y por estar siempre en búsqueda de nuevos métodos y experiencias.
Gracias catequista, por escuchar, animar, exigir, guiar a Jesús y hacerme sentir miembro vivo de mi comunidad parroquial,
Gracias por ser compañero en el camino de la fe.    
Por esto y por todo lo que aún queda en el fondo del corazón. Gracias, muchas gracias.


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